Campo semántico

 

Rotante surgió como un programa artístico de Galería L para la exposición y visibilidad del arte contemporáneo mexicano. Hoy buscamos ampliarlo para cumplir su cometido de abarcar un espectro más amplio de artistas con producción mexicana, tanto de la Ciudad de México como de otros estados de la República.

Así, de la mano de Galería Quetzalli, tenemos el privilegio de presentar Campo Semántico, una muestra colectiva de 18 artistas provenientes de diferentes latitudes de México, como Jalisco, Oaxaca, Guerrero, Chihuahua y la Ciudad de México y más de 30 piezas de una multiplicidad de técnicas, como cerámica de alta temperatura y Rakú, mixtas de papel y tela, acrílicos, gouache y tintas, crayolas, óleo, pigmentos, collage, madera, fibras, bronce, entre otras. Todo con la intención de que los artistas reunidos expresen a través de sus obras aquellas inquietudes como habitantes de un mundo a punto de desaparecer y volverse a construir.

Con ello, Rotante puede seguir siendo un proyecto con el que esperamos alimentar un «lugar» más en el que podamos relacionarnos en comunidad, entre nosotros y con el arte contemporáneo mexicano


Campo Semántico: Volver a configurar el universo

Se dice que América fue poblada hace aproximadamente 20.000 de años. Fueron cazadores y recolectores los que habitaron estas tierras. Los primeros pobladores se asentaron entre una naturaleza que exudaba, a través de sus montañas o sus nubes, una salvaje perfección. En estas tierras, antes de las conquistas, el mestizaje, la sangre, la violencia, el amor y la muerte, se desarrolló la agricultura, la metalurgia, la alfarería y poco a poco se fue confeccionando el mundo…

Primero una casa. Porque siempre ha sido así: hemos buscado un hueco para refugiarnos de la oscuridad, de la lluvia, de las bestias que rondaban y no podíamos domesticar. En la casa fuimos acumulando montones de piedras. Descubrimos que el fuego nos proporcionaba calor, entonces lo acunamos y le hicimos espacio, justo en el centro de la casa, para que nuestros días se multiplicaran sobre el mundo.

Los animales, que estuvieron antes que nosotros (peces, aves, y seres que no alcanzamos a describir con nuestras palabras simples) se camuflaron para acompañarnos y sobrevivirnos. Empezamos a querer poseerlo todo, dominarlo todo. Y entonces domesticamos algunos materiales para crear formas: un cuenco, una balsa, la representación del mundo.

En la exposición “Campo semántico”, se reúnen diversos artistas que buscan hablar de sus inquietudes como habitantes de un mundo a punto de desaparecer y volverse a construir. Si el arte tienen una función sea la de crear objetos para que contra todos los derrumbes, los universos posibles se recontruyan y exista la vida.

Pequeñas esculturas que podrían representar a los dioses o a acercarnos al recuerdo de símbolos totémicos que nos convoquen a una pausa, formas redondas adornadas con sutileza (como en la pieza Xhuba) con fibras de maguey para recordar que nuestro origen es vegetal. Todo ello cabe en las habitaciones que integran este Campo semántico.

Los bronces de Claudia Rodríguez, que podrían ser parte del ajuar de una mujer enamorada que busca fortuna en tierras extrajeras o los cuadros de Adrián Guerrero que parecen hablarle al tiempo y hacer una oda a las formas con las que se crearon los mundos.

En el centro de todo sigue estando la sensación de sentirnos extranjeros que buscan asir su alma en mundos convulsos. Por ello los mapas de Irene Dubrovsky, los puntos cardinales de Ricardo Pinto o la mirada al horizonte de José Villalobos, son una manera de encontrarnos.

La manera en que piezas tan diversas entre sí, por formato, técnica y autoría, conversan entre sí es sencilla: en nuestro pequeño universo, tenemos la posibilidad de tropezar con cualquier forma y darle un sentido nuevo.

El mundo sigue siendo el eterno jardín de senderos que se bifurcan.

Karina Sosa


 
 
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